Caminar sin dolor, levantar el brazo para saludar o simplemente volver a sentarse sin ayuda son movimientos que hacen parte del proceso de rehabilitación.
Para quienes han pasado por una cirugía de rodilla, cadera, hombro o columna, estos gestos cotidianos se convierten en metas importantes.

La rehabilitación hace posible ese regreso: paso a paso, ejercicio a ejercicio, con el acompañamiento de un equipo especializado que transforma la limitación en recuperación.

No es solo recuperarte, es volver a moverte

La rehabilitación es el conjunto de intervenciones médicas, fisioterapéuticas y funcionales que buscan restaurar la capacidad física del paciente.
En contextos postoperatorios, no solo acelera la recuperación, sino que también:

  • Previene complicaciones como rigidez, trombosis o pérdida de masa muscular.

  • Reduce el dolor y la inflamación de forma progresiva.

  • Aumenta la confianza del paciente en su cuerpo.

  • Facilita el retorno seguro a sus actividades cotidianas o laborales.

Una cirugía bien hecha necesita una rehabilitación bien guiada.

Rehabilitación con ciencia y humanidad

En un hospital de alta complejidad como el nuestro, cada paciente es guiado con un plan personalizado, diseñado para recuperar su funcionalidad, reducir el dolor y mejorar su calidad de vida con seguridad y humanidad.

Así comienza el proceso de rehabilitación hospitalaria

Evaluación inicial: punto de partida para un plan personalizado

Cada paciente es único. Por eso, el proceso comienza con una valoración funcional que tiene en cuenta la historia clínica, el tipo de cirugía, el estado general y los objetivos de vida del paciente.

Terapias físicas y funcionales según la cirugía realizada

Con base en esa evaluación, se establece un plan que puede incluir fisioterapia manual, ejercicios terapéuticos, terapia ocupacional, electroestimulación, hidroterapia, entre otros.

Acompañamiento continuo del equipo médico y terapéutico

El proceso no es aislado. Médicos, fisioterapeutas, enfermeras y terapeutas trabajan de forma coordinada para evaluar avances, ajustar cargas y fortalecer cada etapa de la recuperación.

Rehabilitación según el tipo de cirugía

Rodilla: movilización temprana para prevenir rigidez, fortalecimiento del cuádriceps y estabilidad articular y reentrenamiento para caminar con seguridad.

Cadera: prevención de luxaciones y uso de dispositivos (bastón, caminador), ejercicios progresivos para recuperar la marcha sin dolor y educación postural para evitar futuras lesiones.

Columna: movimientos controlados para proteger la zona operada, ejercicios de estabilidad lumbar y fortalecimiento del core y enseñanza de hábitos ergonómicos y cuidados diarios.

Hombro: ejercicios pasivos, activos y resistidos según la etapa, prevención de la capsulitis adhesiva (“hombro congelado”) y reeducación motora para recuperar movimientos funcionales.

Más allá del cuerpo, la rehabilitación también es emocional y social

El proceso de rehabilitación no solo involucra músculos y articulaciones. También impacta la autoestima, la independencia y el estado emocional del paciente. Por eso es importante incluir: acompañamiento psicológico para manejar frustraciones o ansiedad, apoyo social para facilitar la reintegración familiar y laboral y espacios de escucha y motivación para mantener el compromiso.

La familia también rehabilita

La familia cumple un papel único en el éxito de la recuperación. Educar al entorno sobre cómo asistir al paciente, adaptar el hogar (baños, escaleras, superficies) y acompañar sin sobreproteger puede hacer una diferencia significativa en el proceso.

Conclusión

Cada paso en el proceso de rehabilitación está pensado para que el paciente no solo recupere movilidad, sino también confianza en su cuerpo y en su vida.

Para quienes han pasado por una cirugía de rodilla, cadera, hombro o columna, los gestos cotidianos se convierten en metas importantes.

Rehabilitar es más que hacer ejercicios, es reconstruir posibilidades.

September 05, 2025