¿Retención de líquidos o aumento de peso?
Es común subirse a la báscula y descubrir con sorpresa que pesas dos o tres kilos más que ayer. Lo primero que piensas es: Seguro estoy subiendo de peso. Pero, ¿Y si no fuera eso? ¿Y si lo que realmente está ocurriendo en tu cuerpo no tiene nada que ver con grasa, sino con agua retenida?
La retención de líquidos es un fenómeno más frecuente de lo que crees, y a veces se disfraza de aumento de peso, generando confusión, frustración y decisiones equivocadas. Por eso es importante saber distinguirlas y entender cómo actúa nuestro cuerpo.
¿Qué es la retención de líquidos y por qué ocurre?
La retención de líquidos es una acumulación anormal de agua entre los tejidos. Es como si tu cuerpo, en vez de eliminar lo que ya no necesita, decidiera almacenar parte de ese líquido. Esto puede hacerte sentir más hinchado, más pesado y hasta incómodo en tu propia ropa.
Puede presentarse en el rostro, los tobillos, el abdomen o incluso los párpados, y a veces aparece sin que lo notes de inmediato. Lo curioso es que muchas personas comienzan dietas estrictas creyendo que subieron de peso, cuando en realidad su cuerpo solo está inflamado.
¿Cómo saber si es retención de líquidos o aumento de peso real?
Una de las principales señales es la rapidez con la que varía tu peso. Si un día pesas más y al siguiente vuelves a tu peso habitual, es poco probable que se trate de grasa corporal. La grasa se acumula con el tiempo y no desaparece de un día para otro.
La retención de líquidos, en cambio, puede aparecer en pocas horas, especialmente después de consumir alimentos muy salados, pasar mucho tiempo sin moverse o estar expuesto a temperaturas altas. También es común en momentos del ciclo hormonal como la menstruación.
Otra señal clara es la hinchazón visible, si notas que te aprietan los anillos en los dedos, que te marcan las medias o que tus zapatos te quedan ajustados al final del día, tu cuerpo podría estar reteniendo líquidos.
¿Qué provoca la retención de líquidos?
Las causas son variadas, y no siempre están ligadas a una enfermedad. Algunas de las más comunes incluyen:
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Dietas con alto contenido de sodio
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Falta de hidratación
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Cambios hormonales
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Sedentarismo o estar muchas horas de pie o sentado
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Climas muy cálidos
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Uso de medicamentos como anticonceptivos o corticoides
En la mayoría de los casos, estas situaciones no son graves, pero sí generan molestias físicas y emocionales si no se comprenden.
¿Cuándo es momento de consultar a un médico?
La retención de líquidos suele ser pasajera, pero si viene acompañada de otros síntomas o se vuelve persistente, es importante prestarle atención. Consulta con un profesional si notas: Hinchazón que no mejora con el paso de los días, dolor al presionar las zonas inflamadas, fatiga inexplicable, dificultad para respirar o sensación de opresión, inflamación en un solo lado del cuerpo, por ejemplo, una pierna. Tu cuerpo siempre te está dando señales, lo importante es escucharlas.
Qué puedes hacer para reducir la retención de líquidos
Aunque no puedes controlar todas las causas, sí puedes adoptar hábitos que ayuden a tu cuerpo a mantenerse en equilibrio:
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Toma más agua: una buena hidratación ayuda a eliminar el exceso.
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Reduce el consumo de sal y alimentos procesados.
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Muévete con regularidad, sal a caminar y realiza estiramientos.
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Eleva tus piernas si pasas mucho tiempo sentado.
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Descansa bien y evita el estrés prolongado.
Pequeños cambios diarios pueden evitar grandes incomodidades.
Conclusión
A veces nos obsesionamos con la báscula sin entender lo que realmente refleja, no todo aumento de peso es acumulación de grasa y no toda hinchazón es normal. Aprender a reconocer la retención de líquidos es un acto de autoconocimiento que te libera de la ansiedad innecesaria.
No se trata solo de números, sino de bienestar, mientras más aprendas a leer las señales de tu cuerpo, más fácil será cuidar de él con inteligencia, calma y conciencia.